Los distintos fenómenos anómalos siempre son tratados por los “investigadores” como temas independientes que no tienen relación entre sí. Los ufólogos se centran en sus ovnis; los parapsicólogos en los supuestos poderes mentales o en demostrar la existencia de la vida más allá de la muerte, etc… Los denominados como investigadores del misterio se basan en teorías o hipótesis donde imperan muchas suposiciones o especulaciones a causa de la falta de pruebas empíricas que demuestren la existencia de los fenómenos a los que dedican su estudio. Sin embargo, los casos que relacionan un fenómeno con otro se cuentan con los dedos de una mano, sobrando más de un dedo de esa mano. ¿Pueden tener vinculación, por ejemplo, un fenómeno paranormal con la ufología? ¿Pueden tener conexión directa una aparición espectral con un OVNI? ¿Podría denominarse este enlace de portentos ni más ni menos como “un caso perfecto”?
Las temáticas ya citadas basan muchas de sus teorías en suposiciones para acercarse a la verdad. Reconozco que el «caso perfecto” es otra especulación que intenta buscar la realidad, pero es una especulación rompedora y que hace imaginar que no todo está escrito y que falta mucho camino por recorrer para descubrir los enigmas que nos rodean, enigmas que siguen burlándose de los investigadores provocando verdaderos quebraderos de cabeza en ellos.
Los casos perfectos existen porque hay muy pocos casos que así lo demuestran. Y he tenido la fortuna de conocer uno de primera mano. Pero, para ello, tendremos que viajar a un lugar concreto entre la frontera de Salamanca y Ávila, donde lo insólito se manifestó sin avisar…
El “caso Montalvo”, un caso perfecto
En una de esas curiosas casualidades que proporciona la vida, una de esas coincidencias imposibles que el destino concede, me dieron la oportunidad de toparme con un caso diferente a los demás, donde no he encontrado ningún antecedente claro. Puede ser la poca trayectoria en el tan competitivo “mundo del misterio” que a veces juega esas malas pasadas, pero sin duda no he sido capaz de conocer un único testimonio en el cual se concentren en un caso distintas casuísticas de diferentes fenómenos.
La historia me fue narrada por Loli Morán Martínez, que todavía recuerda un suceso acontecido a sus padres que es difícil de olvidar por el calibre que éste tuvo para la familia.
Carolino Morán y Esperanza Martín (padres de Loli) tenían una casa de campo conocida como “Montalvo de la Estrella”, situada en el término municipal de la localidad abulense de Martínez, situada en la zona limítrofe con la provincia de Salamanca.
Vista de la fachada de la casa donde ocurrieron los fenómenos
Eran las 21:00 de la noche del 17 de octubre de 1997. Los padres de Loli se disponían a ir al pueblo de Martínez para acudir a una cena con unos amigos. Cuando ya estaban montados en el coche, Esperanza Martín (madre de Loli) recordó que se había olvidado algo importante en casa, por lo que tuvieron que volver a casa. Iban en dirección a casa para recoger los enseres, volviendo a recorrer el camino ya transitado. La situación del olvido de los enseres parece una casualidad, pero viendo los sucesos que ocurrirían después esa idea podría disiparse por completo.
El viaje, en un principio, no tendría ninguna alteración, pues no existía ningún motivo para decir que fuera un trayecto complicado. Sin embargo, en medio de la noche estrellada, Esperanza, que iba asomada por la ventana mirando atentamente el horizonte divisó una potente luz que tenía “forma de tinaja de color blanco amarillento rodeada de luces de distinto color”, como recuerda Loli las palabras de su madre. Esta extraña luminaria alumbraba todo el entorno, llamando la atención también a Carolino Morán, que conducía el coche, por lo que aceleró el coche para llegar cuanto antes a casa, coger unos prismáticos y visualizar a aquel objeto extraño que se escondía entre las elevaciones del terreno y las encinas que existían.
Loli Morán, testigo del caso
Loli destaca la sensación que tuvieron sus padres en esos momentos donde decían que «los hechos durarían tres minutos, pero para ellos supuso una eternidad”. También recalca que “todo ocurrió en completo silencio, donde ni los perros ladraban ni había ruido alguno de los alrededores”. La pareja, tras llegar a casa y coger los enseres, deciden poner otra vez rumbo al pueblo de Martínez para ir a la cita con sus amigos decidiendo no dar importancia a aquel extraño objeto que permanecía impasible en el horizonte, jugando al gato y al ratón con el matrimonio y yendo como una especie de copiloto en aquel trayecto que los padres de Loli Morán Martínez nunca olvidarían y que transmitirían a su hija como fiel testimonio que nunca debe de olvidarse. Parecía que si no tomaban en serio a aquel objeto luminoso en forma de tinaja el avistamiento carecería de importancia; sin embargo, el trayecto todavía guardaba una misteriosa sorpresa…
De camino nuevamente a Martínez, y tras dejar la finca de Montalvo, en mitad del silencio y acompañados por la fuerte luminosidad de un objeto en el cielo, el matrimonio prosiguió su camino. De repente, esa andadura volvió a verse interrumpida por algo a lo que tampoco encontrarían explicación. De la nada y sin haberse percatado el matrimonio, un coche con unos extraños jóvenes montados en él, haciendo una señal de querer hablar con el matrimonio. “Según me contó mi madre, ese coche no le oyeron ni vieron llegar”, me asegura Loli.
El matrimonio paró el vehículo para ver qué querían estos misteriosos jóvenes, y éstos preguntaron por dónde se iba a la finca de una persona (omitimos el nombre) que la pareja conocía, pues vivía por aquella zona. Tras dar las instrucciones de cómo llegar, estos misteriosos jóvenes dieron una respuesta que permanece imborrable en esta familia: “¡Ah! ¡Es por dónde va esa luz!«.
Dibujo que representa el avistamiento del extraño objeto
Esperanza dijo rápidamente a Carolino que acelerara el coche y que se fueran de allí lo más rápido posible; la respuesta de Carolino fue quitarle importancia al asunto, ya que él pensaba que eran unos jóvenes que venían de fiesta. “Mi padre nunca creyó en estas cosas, pero mi madre se asustó, ya que donde estaba aquel objeto no había carretera”, sigue relatándome Loli.
Al día siguiente, Esperanza Martín se acercó a ver a la persona que esos enigmáticos jóvenes iban a visitar por la noche. La respuesta de esta persona, vecina a la finca de Montalvo donde vivían los padres de Loli, añadió más misterio al asunto: “Anoche no me visitó nadie”.
Investigando para encontrar respuestas sobre aquellos incidentes descubrieron que, años atrás, en los alrededores de su finca, llamada Montalvo, unos jóvenes fallecieron tras un accidente de coche cuando volvían de fiesta. ¿Otra casualidad más?
Finca Montalvo
El “caso Montalvo”, no tiene ningún antecedente comparable
El tiempo pasó y el testimonio de la pareja recayó en su hija Loli para que no cayera en el olvido. El “caso Montalvo”, que bien podría ser catalogado como un «caso perfecto”, fue recogido sin pena ni gloria en el periódico regional de Salamanca El Adelanto, pero únicamente hablaron con los testigos de pasada y se centraron en el avistamiento de un supuesto OVNI. Por tanto, no se dio mucha credibilidad a los padres de Loli. Éstos también se pusieron en contacto con el ufólogo J.J. Benítez con el fin de que el autor de libros como “100.000 kilómetros tras los OVNIs” o la saga “Caballo de Troya” les diera una explicación al que denomino como “caso Montalvo”.
La respuesta de Benítez fue que se trataría de un fenómeno asociado, donde entran en relación fenómenos paranormales como las apariciones espectrales y fenómenos ufológicos como el avistamiento nítido de OVNIs.
Atendiendo a la famosa teoría de la distorsión del ufólogo José Antonio Caravaca, podría explicarse la aparición del misterioso vehículo con los jóvenes como una proyección del propio objeto que persiguió al matrimonio durante aquel agitado trayecto en el que ocurre una especie de simbiosis mental que provoca que los testigos entraran en interacción con aquellos extraños jóvenes y no con otros. Entonces, aquellos extraños jóvenes que se cruzaron en el camino de la pareja serían ni más ni menos que un instrumento de poner en contacto al supuesto OVNI con los testigos a través de un medio que fuera familiar al matrimonio, algo que pudieran conocer y que no se escapara a su razón.
También hay que mencionar que Carolino Morán, uno de los testigos principales del “caso Montalvo”, si bien es escéptico en cuanto a los fenómenos asociados con OVNIs, sabe diferenciar lo que es un objeto identificado de lo que no lo es. El padre de Loli trabajó como agricultor gran parte de su vida y, por tanto, conocía bien el cielo, de estar bajo el todo el día, además de orientarse gracias al Sol y a las estrellas. En el testimonio que da Carolino a El Adelanto, éste menciona que sabe diferenciar, gracias a su trabajo, un avión y un satélite de lo que no lo es, asegurando que el objeto referente al “caso Montalvo”, no era ningún avión, satélite o fenómeno celeste.
Loli también me comentó que su tío, que vivió en los alrededores donde sucedió el “caso Montalvo”, también fue testigo de objetos extraños en el cielo por aquella zona limítrofe entre Ávila y Salamanca. En este caso vio un objeto que desprendía mucha luminosidad y que “hizo de día durante unos segundos aquella noche”.
Lo cierto es que en 1997 varios objetos no identificados se dejaron ver en la provincia de Salamanca, como así menciono en mi obra “Salamanca Misteriosa”. En julio de ese año se pudo ver en el cielo nocturno de la sierra de Béjar y la Peña de Francia un extraño objeto luminoso; días después en la localidad de Valdesangil un matrimonio denunció que un aparato rectangular de color azul sobrevolaba su coche; y el 9 de agosto dos familias sin relación alguna entre ellas afirmaron que un objeto con una fuerte luz blanca les perseguía desde el cielo por las carreteras cercanas al pueblo salmantino de Lagunilla. Son casos también asombrosos que demuestran que ese año fue prolífico en casos OVNI en Salamanca, provincia donde se han visto extrañas luminarias en el cielo desde siempre, pero ninguno puede compararse al “caso Montalvo”, ya que se puede considerar sin lugar a dudas y con letras mayúsculas de que es un “caso perfecto”.
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