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Sanación y el poder del pensamiento

Como buscador de respuestas, no sólo estoy interesado en todo aquello que muchos tildan de oscuro, como es el hecho de investigar los lugares abandonados ricos en impregnaciones derivadas de muertes, en cualquiera de sus formas, o de actos y vivencias acontecidas con una fuerte carga emocional. También me interesa la parte opuesta, la que podríamos denominar de luz o blanca, que atañe al campo de la sanación y las energías que se mueven para tal fin

Nota aclaratoria: El presente artículo fue escrito el día 31 de enero de 2014 por Mario Ortega.

Existen muchos tipos de terapias que trabajan con la energía, como es el Reiki, la imposición de manos o la reconexión por citar algunos ejemplos. Observando que todas ellas beben de un nexo común: La energía universal. Dicha energía no entiende de idiomas, culturas o religiones.

He tenido el placer de hablar con varios practicantes de estas disciplinas, apreciando que aparte de tener cada terapia su protocolo, el cual varía dependiendo de quien lo aplica, o sea, que “a cada maestrillo su librillo”, todas ellas persiguen el mismo fin. Por poner un ejemplo, hay practicantes de Reiki que requieren de la aplicación de los símbolos para poder canalizar la energía, en cambio, otros no necesitan hacerlo porque dicen fluir directamente. Para quien desconozca en qué consiste lo de los símbolos diré que se trata de unos signos que se trazan con el fin de potenciar, purificar o canalizar, según el caso a tratar.

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Resumiendo, existe una energía vital que nos rodea y de la que formamos parte, siendo todo en uno y uno en todo. Esta energía podemos canalizarla a través de nosotros con el fin de sanar, de forma que podemos ser capaces de equilibrar lo que está desequilibrado. El método consiste en visualizar que nos conectamos a dicha energía a través de un hilo que penetra por la cabeza (chakra corona) invadiendo nuestro cuerpo y emanando a través de las manos, siendo así el terapeuta en cuestión un mero instrumento o vehículo para la canalización de dicha energía. La finalidad siempre es la misma, queramos como queramos llamar a la disciplina aplicada; es como si se tratara de diferentes caminos para llegar a la misma meta.

Hay quien dice notar mejores resultados con una técnica que con otra, pero tal vez deberíamos fijarnos en el terapeuta y no en la terapia en sí, ya que el verdadero potencial está en quien aplica dicha energía. De aquí parten dos pilares básicos para que la terapia surta efecto: La capacidad del terapeuta como emisor y la receptividad por parte del paciente, sabedor en mayor o menor medida de que eso le va a beneficiar. Obviamente, aquí entraría en juego el llamado efecto placebo, que tampoco estaría nada mal, demostrando así lo poderosa que es nuestra mente y que todos y cada uno de nosotros podemos ser capaces de autosanarnos. Recordemos aquellas famosas palabras “tu fe te ha salvado”, sin querer entrar en connotación religiosa alguna.

Sea como sea, dicho potencial existe en cada uno de nosotros, así que con voluntad y ganas se pueden lograr muchas cosas. Me viene a la mente aquel dicho de “la fe mueve montañas”, y es aquí donde moverían ficha los llamados “campos de intención” de los que tanto se habla en la física cuántica, pues, al fin y al cabo, somos energía, somos vibración y somos capaces de interferir en dichos campos. Como ejemplo, me remito a los experimentos de Massaru Emoto acerca de la memoria del agua y de cómo ésta se puede ver afectada según las emociones a la que es sometida. Entonces, pensando que somos agua en más de un 70 % poco queda que añadir…

Según la denominada “ley de la atracción”, los polos del mismo signo se atraen, a diferencia de lo que ocurre en la ley de la polaridad en la que se repelen. Así, si nuestros pensamientos son positivos y proyectamos de forma positiva, todo lo que recibiremos será acorde con dicha frecuencia a la que estamos vibrando. Lo mismo ocurre al contrario cuando de negatividad se trata, y tal vez de aquí provenga la famosa frase “las desgracias nunca vienen solas”, pues parece que todo cuanto nos sucede, en mayor o menor medida, no deja de ser lo que estamos proyectando con nuestros pensamientos y emociones, bien sean estos positivos para nuestro bienestar o negativos para nuestra desgracia.

Es evidente que poseemos una parte consciente que es la que razona y a la que no podemos engañar por más que queramos, aunque también debemos valorar que esta parte consciente está plagada de dogmas que nos han hecho creer, y de autovaloraciones de nosotros mismos que no dejan de ser subjetivas. En cambio, existe nuestro subconsciente, ese disco duro donde se almacena toda la información y que está exento del filtro de nuestra parte consciente, y es allí donde debemos trabajar con constancia. No es cuestión de autoengañarse, sino de entrenar a ese subconsciente para cambiar el “chip”, pues podemos reprogramarlo para nuestro beneficio. Con ello quiero decir que, por más que queramos ser positivos desde nuestra mente racional, no podremos recibir beneficio alguno si en el fondo no lo creemos (subconsciente).

A veces, pongo el ejemplo de nuestro subconsciente comparándolo con el disco duro de un ordenador. ¿A quien no la ha ocurrido ver a alguien, no recordar su nombre, y al cabo de minutos u horas venir dicha información a la mente sin estar pensando en ello? Pues es así. Es como cuando buscamos un archivo o carpeta y la lupa va rastreando hasta que nos da la respuesta. En un ordenador dicha respuesta puede tardar minutos o segundos, pero si extrapolamos esto a nuestro cerebro, que almacena toda la información de nuestra vida, la respuesta puede ser más o menos inmediata. No voy a entrar en el campo de las ECM (encuentros cercanos a la muerte) en el que los protagonistas de dichas experiencias recuperan vivencias o recuerdos que tenían totalmente olvidados, al menos de forma consciente, porque prefiero tratarlo más ampliamente en otra ocasión, pero es un ejemplo más a tener en cuenta.

Recientemente, tuve el placer de escuchar en el programa radiofónico Arcannum, en el que se tratan las paraciencias, la salud alternativa y todos aquellos temas que tanto nos fascinan, a Ruth Peinado, estudiosa e investigadora de las terapias de sanación y de cómo funcionan estas energías en nuestro beneficio (Bioenergía y Campos de Intención), quien de una forma clara y amena trató este tema haciéndolo entendible hasta al más profano en la materia. A continuación pongo el link de dicho programa para quien quiera escucharlo: http://www.ivoox.com/arcannum-49-sobre-campos-intencion-mitologia-audios-mp3_rf_2697872_1.html

En definitiva, todos somos arquitectos, creadores de nuestra realidad y gozamos de un potencial que desconocemos y que, aunque intuyamos, necesitamos de un adiestramiento para poder manejarlo, siendo de gran provecho tanto para los que nos rodean como para nosotros mismos.

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Publicado por el día 31/01/2014

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