Nuestro colaborador Enmanuelle nos cuenta, en este nuevo artículo, algunas de las experiencias y sensaciones que ha tenido en diferentes visitas a Toledo

Nota aclaratoria: El presente artículo fue escrito el día 15 de diciembre de 2014 por Enmanuelle Lainez.

Hoy os contaré varias cosas que me pasaron en Toledo. Empezaremos con el Alcázar.

El actual edificio fue mandado construir por el emperador Carlos V, aunque se han descubierto vestigios anteriores de la época romana y musulmana. La parte de historia que más se conoce es la referente a la guerra civil, cuando el coronel sublevado Moscardó quedó sitiado junto a un grupo de fieles suyos para no rendirlo a las tropas republicanas. Quedó casi destruido y se empezó a reconstruir en 1940.

Actualmente alberga el Museo del Ejército, para cuyo acondicionamiento hicieron una obra tremenda que, a mi juicio, ha destrozado todo lo que representaba el Alcázar. Pero eso es tema aparte.

Al Alcázar he ido varias veces y en todas he visto algo. Hace años, cuando se podía visitar adecuadamente, al entrar al despacho del coronel Moscardó, casi me caigo de bruces al suelo. No me esperaba ver allí la imagen del coronel, sentado en su silla. Pude sentir toda su angustia y dolor. Tuve que salir corriendo de allí.

El sótano era mi parte favorita. Tenía varias estancias, entre las que se encontraban una habitación para que se alojaran las familias de los asediados, otra habilitada como hospital, con mesa de cirujano y hasta una mesa de paritorio, un horno de pan, etc… Todo era auténtico. La primera vez que bajé allí lo primero que vi por los pasillos fue un árabe paseando. Más tarde supe que habían estado allí. Al entrar en las habitaciones y ver las camas, pude ver a los heridos gritando de dolor y lamentándose. Fue tremendo. La verdad es que era un cúmulo de sensaciones de todo tipo y visiones muy raras, pero muy interesante. Lo que yo capto son partes de lo que allí pasó, tanto a un médico operando a un herido como del panadero en el horno. Es como si estuviera allí.

Después de esperar años por las obras, fui a ver cómo había quedado. Ni rastro de lo que yo conocía. Al parecer, han hecho muchas excavaciones en los aledaños y han salido restos de diferentes épocas. Cuando lo visité, en un lateral vi túneles y gente saliendo de ellos a escondidas.

Más tarde me contaron una leyenda que decía que los asediados salían por las noches para abastecerse de alimentos. No sé si es verdad o no, pero yo vi gente ahí.

Ahora ya no es el Alcázar. Ahora es el Museo del Ejército. De lo que había no queda casi nada y es una pena porque es una parte de la historia que han querido borrar.

En otra visita a Toledo entré a visitar una iglesia desacralizada, es decir, que ya no se usa para el culto. Actualmente es una sala de exposiciones. Entré con un amigo a ver las pinturas expuestas y empecé a ver por los lados camas con enfermos y monjas de las que, perdonad mi incultura, llevaban unos tocados enormes. Cuando salimos y cogimos un folleto, vimos que esa iglesia fue acondicionada como hospital para tuberculosos. Cuando se lo conté a mi amigo se quedó de piedra.

En la última visita fui con un grupo de amigos a hacer una ruta nocturna. En una parte de la judería donde paramos, mientras el guía nos explicaba cosas (no sé qué estaba diciendo) en la casa de enfrente yo veía a un niño vestido con ropas de los años 20 que nos miraba con curiosidad. Acabamos en el museo de la España mágica que se encuentra al lado de la catedral. Antiguamente fue una casa árabe que al construir la catedral quedó enterrada puesto que hubo que subir el nivel de la calle.

Nada más entrar ya empecé a sentir la angustia y vi a varios hombres colgados con cadenas en las muñecas de la pared. Al rato el guía contó que aquello fue cárcel de la Inquisición. Llegué a contar hasta cinco presos sufriendo. Pero lo más curioso es que donde yo decían que estaban la pared se notaba más caliente. Y eso lo comprobaron mis amigos. Pero era muy agobiante.