Realmente no estamos seguros de que exista un más allá, un reino de difuntos, un lugar o varios donde iremos el día en que la muerte llame a nuestra puerta, las experiencias cercanas a la muerte (ECM) no son una prueba definitiva y, a pesar de que hay muchas evidencias de tal posibilidad, no podemos estar seguros. Sin embargo, si nos alejamos un poco de los fenómenos que parecen evidenciar ese más allá, si lo vemos desde una perspectiva objetiva sin pretensiones de lo que nos guste o incomode, quizá veamos de que la posibilidad que nuestra esencia perdure al rio de la muerte cobra enorme peso
Un fantasma lo definimos como la aparición de un difunto a una persona viva con la cual, en vida, haya tenido algún tipo de relación. Sin embargo los espíritus de seres fallecidos, en ocasiones, se aparecen a personas con las cuales no hay ningún vínculo, con lo que la pregunta es evidente… ¿Por qué se aparecen los fantasmas?
Desde tiempos inmemoriales el hombre se ha preguntado que hay más allá de la muerte
Primeramente habrá que hacer un pequeño ejercicio de imaginación: supongamos que hemos cruzado el rio de la muerte, nuestro envoltorio físico se haya enterrado o quemado, pero la esencia de uno mismo perdura, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, nuestras sensaciones están, nuestra consciencia está, nuestra visión no está limitada al campo visual de nuestros ojos, la visión es de 360 grados en cualquier dirección, pero esa visión no es capaz de ver nuestro propio cuerpo por la razón simple de que no está, seguimos sintiendo la vida, somos nosotros con la misma consciencia que en vida pero sin cuerpo, podemos viajar al instante sin impedimentos, nuestra esencia es capaz de atravesar paredes y recorrer grandes distancias al instante, vemos a las personas vivas pero no nos podemos comunicar con ellas, cualquier esfuerzo por nuestra parte resulta en vano, pero ahí estamos.
De repente nos percatamos de que alguien nos observa, quizá incluso nos escuche. Nuestra sensación es de angustia, pues a pesar de ser conscientes de nuestra muerte, no lo somos del estado en que nos encontramos, pero aquel ser vivo sí nos ve por lo que rápidamente hacemos lo posible por contactar con esa persona, y esa persona es el médium. Esto sería más o menos lo que en teoría sucede en el momento del fallecimiento y es por ello que algunos espíritus pueden entrar en contacto con seres vivos con los cuales no hayan tenido ningún parentesco.
Según las enseñanzas mediumnicas, al fallecer no siempre se accede al más allá de forma rápida y el espíritu puede optar por quedarse en una especie de interfase entre nuestro mundo material y la dimensión del reino de las almas. Las causas por la que se toma esta decisión pueden ser variadas y en ocasiones simples: son muy habituales las apariciones de fallecidos con la única intención de dar el último adiós con el fin de consolar a los seres queridos transmitiéndoles un mensaje de que se encuentran bien, en otras ocasiones puede ser por cargo de conciencia, por un enfado en vida o por no tener la conciencia tranquila debido a lo hecho en vida. Pueden parecer mensajes muy simples, pero si pensamos detenidamente en ellos, en una dimensión en donde no existe lo material, lo mental, las sensaciones y lo psíquico es lo más importante, seguramente en ese estado o estadio las cosas se vean notablemente diferentes.
Capela Dos Ossos (Portugal) Culto a la muerte y a los difuntos. Prácticamente todas las religiones nos hablan de la posibilidad de una vida más allá de esta
El miedo a las apariciones de difuntos es totalmente un miedo infundado… ¿acaso un ser fallecido nos desearía algún mal? Bien es cierto que en el momento de la muerte el ser continua siendo en esencia él mismo, bueno o malo, quizá tenga deseos de venganza, quizá quiera atormentar a quienes siguen con vida, pero esto serían los menos de los casos. La natural reacción de nuestra mente ante lo desconocido es el miedo, una forma de defensa.
Acerca de los pactos que aseguran algunas religiones o creencias con los seres difuntos, según mi opinión, tales pactos solo podrán existir si hay interés por ambas partes y, en el caso de ser usados para mal, el fallecido deberá expresamente acceder a ello, sin embargo, en tal caso hay que tener en cuenta que el vivo cede algo de su vida al muerto y este parte de su muerte, los riesgos que contrae tal acción son excesivamente elevados.
Vivimos en una sociedad en la que incluso los muertos han dejado de existir, una especial adicción al materialismo nos hace olvidarnos de nuestra esencia, de nuestro poder y facultades, negando todo cuanto no suene a científico, incomode o simplemente no guste.
El fallecido en ocasiones acompaña al vivo, intenta comunicarse, ayudarlo en parte en determinadas acciones o decisiones. En ocasiones puede ser algo como lo que comúnmente se denomina la voz de la conciencia, una especie de voz telepática que nos incita en uno u otro sentido.
Nicho de Francesc Canals i Ambrós, el Santet de Poble Nou. Testimonios aseguran que se aparece en el cementerio
Las apariciones de seres fallecidos no tienen por qué ser vistas como en vida, se suelen aparecer con una edad media, ni jóvenes ni viejos, pero siempre de forma que puedan ser reconocidos por el familiar o amigo, con un aspecto sano y vital, una especie de proyección mental. Todos somos sensitivos en potencia y si ahondamos en la vida y experiencias de la mayoría de las personas, me atrevo a decir que en gran parte de estas personas se han dado casos extraños de apariciones, comunicación o mensajes de algún difunto, solo que son experiencia incómodas para muchos y que se suelen apartar o simplemente no comentar, aludiendo a que «no es posible” o son alucinaciones o imaginaciones. Desde luego la mente es capaz de crear y recrear mundos imaginarios, pero quizá algún mensaje no provenga de lo más interno de nuestro Yo, quizá provenga de “algo o alguien” externo a nosotros.
Desde luego no todo son apariciones de difuntos ni tiene porqué estar relacionado con ese más allá reservado a las almas, existe lo que se denominan larvas energéticas, las cuales no son otra cosa que creaciones mentales, impregnaciones de nuestra mente en el entorno en un punto concreto y debidas a estados alterados de conciencia, a situaciones vividas con una gran y especial emotividad que pueden ser tanto positivas como negativas, por ejemplo, grandes alegrías impregnarían un determinado lugar y cuando uno pasase o se detuviese en él sentiría esa alegría y gozo. Reflexionemos: ¿Al pasar por un determinado lugar en alguna ocasión no os ha venido una extraña sensación de alegría sin un motivo especial?
Otro caso diferente, antagónico, sería el de un alcohólico que sin haber fallecido proyecta su ansiedad y ganas de beber creando un rastro energético en algún lugar que, de alguna manera, incita a beber o a la depresión cuando se está en el. En el caso de un ser alcohólico fallecido sería el alma, el espíritu, de este ser quien infundiría las ganas de beber. Su misma adicción a algún ser vivo pegándose a él. Se que puede sonar a fantasioso, pero creemos que estos seres buscan a personas más débiles de mente a quienes pueden sugestionar, como digo suena a fantasioso, seguramente increíble para muchos y tonterías para otros tantos, pero muchos casos de adicciones sin motivo aparente, muchos casos de casas supuestamente encantadas, son debidas a las interacciones de fallecidos o a larvas energéticas.
También existen lo que se denomina espectros, apariciones de seres en ocasiones fallecidos que no interactúan con nadie ni con el entorno, son especies de imágenes holográficas que en determinadas ocasiones, y por causas desconocidas, se muestran como si fuese una especie de visión al más allá.
Las apariciones de seres fallecidos a niños, padres, madres, abuelos hermanos o hermanas, son muy habituales. Los niños describen con detalle a los seres fallecidos, en ocasiones sin haberlos visto en vida, comentan mensajes que estos les han dado sin tener conocimiento de determinadas cuestiones o vivencias pero del todo acertadas. Los niños no fabulan ni inventan en absoluto, se limitan a decir aquello que han visto o escuchado, lo peor que se puede hacer en estos casos es negarlo, decir a estos niños que son invenciones y tacharlos de mentirosos. Si se hace esto quizá no vuelvan a hablar de ello, pero seguramente las experiencias continúen hasta que esta sociedad llena de prejuicios merme las facultades del niño.
Otros tantos fenómenos de índole paranormal apuntan y refuerzan la posibilidad de que el alma, nuestra propia esencia, perdure a la muerte física y bajo determinadas condiciones pueda establecerse una comunicación entre dos realidades diferentes, la nuestra material, con sus cuatro dimensiones y otra que presentimos su existencia pero que no sabemos cómo es, las psicofonías por ejemplo serían una posibilidad de comunicación mediante sonidos que son reconocidos como palabras cuyos mensajes en muchas ocasiones nos han hablado de esa otra realidad más allá de la nuestra, de otras existencias.
Pero sin duda lo más interesante es esa posible interacción entre vivos y fallecidos, que al menos para mí no es sinónimo de muertos, pues la muerte evoca a un final certero sin posibilidad de nada más. El fallecimiento nos puede indicar el final de una etapa para proseguir el camino en otra, como hemos podido ver esa interacción entre realidades, esas apariciones de difuntos se atestiguan por centenares, por miles, y en muchas familias es habitual que se haya dado algún tipo de conexión con el mundo de los difuntos, aunque esta se suele finalizar de manera brusca por nuestros prejuicios y por una sociedad que nos enseña, que nos inculca o quiere inculcar, que no hay nada más allá de nuestra vida material, pero ni los psicólogos a día de hoy se ponen de acuerdo en si la mente se apoya en el cerebro o es el cerebro en donde está la mente, si nuestra consciencia yace dentro de nosotros y si está fuera, si hay o no un inconsciente colectivo, una especie de mente creada y retroalimentada por los pensamientos, emociones y vivencias de cada uno de nosotros y que también perduraría a la muerte.
Con tantos testimonios acerca de apariciones de fallecidos, en cualquier juicio normal se daría el tema por probado, sin embargo, esta posibilidad sigue incomodando a muchos y lo siguen viendo tan solo como algo que yace, que sale de nuestra mente y que no se puede ver como algo “real” aunque también habría que plantearse el significado, a que llamamos “real”. Por mucho que determinados “cientifistas” anulen la posibilidad de “algo” más allá de nuestro fallecimiento, “algo” se aparece a muchos, y ese “algo», es muy probable sean los difuntos.
Existe una gran diferencia entre lo que creo y lo que puedo probar, pero no se trata de fe, pues la fe apunta a que no hacen falta pruebas, en este caso las tenemos en gran cantidad basadas en miles de testimonios.
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