Se le llama Iglesia maldita de Navalsaz. La Iglesia del casi extinto pueblo de Navalsaz tiene una negra leyenda. Una leyenda que solo los habitantes originales que vivieron hasta 1990 conocen. (A partir del 2000, debido al turismo que genera la zona se modernizó todo y llegó una generación nueva).
Cuando en el pueblo solo quedaban 4 casas habitadas el resto eran ruinas. No había carretera asfaltada hacia el lugar y en el no había casi luz, solo había una televisión. El agua era mejor cogerlo de la fuente del manantial que abrir el grifo. La gente se bañaba con agua de lluvia en bidones por falta de la misma. No obstante, siempre quedó presente una leyenda que los nuevos habitantes no conocen, pues fueron a vivir al pueblo solo cuando la modernidad llegó.
Un edificio de mediados del siglo XVI cuya capilla mayor se inició en 1551 por Pedro Arino y Juan del Valle. La torre se levanta ya en siglo XVII coetánea y del mismo estilo que la de Santa María de Munilla y la sacristía es de mediados del XVIII obra de Juan del Cerro.
Se trata de una construcción de mampostería y sillarejo. Una nave de tres tramos con el último más estrecho y con una pequeña cabecera ochavada. Las bóvedas eran de terceletes apoyadas en arcos fajones y columnas adosadas de estilo toscano pero solo se conservan las del último tramo.
A los pies se encuentra el coro alto parcialmente hundido. La torre se encuentra también en el último tramo al lado norte, consta de dos tramos y está rematada por un capitel piramidal. El ingreso se abre al norte en el segundo tramo. Este es de medio punto y se cobijaba bajo un pórtico amplio con dos arcos de medio punto que ha desaparecido totalmente salvo por el pavimento del suelo. La sacristía se levanta al sur del primer tramo cubierta con bóveda de aristas. Se accede por un arco de medio punto y tiene dos pisos no conectados entre si. Hoy en día el suelo se ha hundido. El camposanto, cuidado y con cipreses, ocupa todo el lado sur.
Los habitantes más interesados por la historia cuentan que en los años 70, el sacerdote de esa parroquia, tras ver como los aldeanos se iban marchando a la ciudad en busca de oportunidades y de salir de la soledad del pueblo, una noche, aprovechando la soledad, el religioso robó todo lo valioso de la iglesia y desapareció.
Posteriormente, al percatarse, el pueblo entero acudió al obispo y este les respondió que un pueblo con menos de un determinado número de personas no puede tener iglesia. Así que los habitantes financiaron una ermita en el centro del pueblo, en la plaza, frente a la casa del defensor del pueblo. Aun así la iglesia rechazó darles su misa, confesión y perdón eterno, de modo que la ermita se convirtió en centro neurálgico del pueblo.
Hasta ahora la versión popular, pero no relata toda la verdad. Esta verdad la conoce Miguel. Un vecino original y difunto del pueblo conocido por ser cojo y llevar pierna ortopèdica, y Angelillo, vecino natal y actualmente viviendo en Cataluña. Entre otros más que no quieren aparecer públicamente. Nos relataron la historia completa desde que comenzamos a investigar esta iglesia en 1990.
Desde su primer funeral y entierro, en esa iglesia ahora abandonada ocurren hechos paranormales.
Son solo unas de las situaciones que nos relatan mientras podemos observar como se erizan los pelos de sus brazos. El sacerdote, según ellos asustado por tales hechos, aguantó como pudo hasta que vio su oportunidad de salir corriendo. Ningún sacerdote quería ir a esa iglesia y/o pueblo, y que nadie del pueblo quiso ser enterrado ahí son cosas que hemos podido comprobar también.
La entrada al campanario tiene a su comienzo inscrita una frase indicando que «El que sube, ya no baja«. No sabemos bien si se refiere al estado de tal escalera, pues es peligrosa o, si al acceder, aceptamos una maldición que nos perseguirá hasta el final.
Pero no existe la campana, ni la vimos tirada por los alrededores, indicando claramente que alguien la quitó, ¿quizás para evitar que suene cuando nadie la toca?
Al observar el cementerio podemos observar lo que se comentó anteriormente, la poca cantidad de sepulturas. Esto reafirma el hecho de que nadie quiso ser enterrado ahí después de los hechos paranormales que corrieron de boca a boca. También podemos apreciar la primera tumba a la derecha, solitaria, y el resto arrinconadas al fondo, como huyendo de esta.
Los nuevos vecinos del pueblo nos abrieron las puertas solo con identificarnos como miembros del equipo de investigación paranormal La Tartana del Misterio, lo que fue un alago saber de la existencia de seguidores nuestros en la zona. Lo que no conseguimos fue encontrar a ninguno de los originales con los que abrimos la investigación en los años 90.
Pasamos bastante tiempo en la iglesia maldita de Navalsaz realizando las comprobaciones rutinarias.
Pero no conseguimos ninguna prueba.
No vamos a descartar que fuimos en momentos que no había nada, tampoco vamos a creer irracionalmente que haya algo. Solo damos los datos de nuestra investigación y esta, tras 2 décadas sin poder demostrar nada. Teorizamos con que es más sugestión colectiva de una población envejecida y sin medios que vivía en la soledad de las montañas, que realidad.
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