Investigación en el hostal «La Atalaya» | Mundo Parapsicológico

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Investigación en el hostal «La Atalaya»

El lugar elegido en esta ocasión para realizar una investigación es el abandonado Hostal Atalaya, situado en la urbanización con el mismo nombre próxima a Barcelona. La historia de este enclave no es nada morbosa, y pese a que algunos hablan de un suicidio en sus ruinas lo cierto es que no hay nada probado al respecto y la historia entra a formar parte de lo que conocemos como leyendas urbanas. Su historia es la de un hotel que se comienza a construir, se paran las obras y cae en abandono, no por supuestas presencias o fantasmas, sino por algo tan simple como que una urbanización que se presentaba y esperaba próspera, acaba por no ser así y es preferible el abandonar la obra a finalizar algo que seguramente no sería rentable

Las modas son cíclicas, todas comienzan, evolucionan y se terminan, acaban por aparecer de nuevo. El mundo del misterio y lo insólito no es ajeno a ellas, pues durante un tiempo se puso de moda entre experimentadores y supuestos investigadores el ir a la caza del fenómeno paranormal o de la psicofonía en lugares abandonados y cuanto más lúgubres, mejor, como si todo ese halo de misterio y polvo fuesen el detonante de supuestos fenómenos.

La realidad es bien diferente, y a día de hoy los que llevamos años en la brecha del mundo del misterio tenemos más preguntas que respuestas, aun no sabemos el origen u orígenes de los fenómenos, las teorías se han ampliado y han aparecido nuevas, pero la incógnita sigue residiendo en nuestra mente, la falta de unión entre grupos, y sobre todo la falta de metodología y de personas preparadas en cada campo, dado que la parapsicología es una ciencia multidisciplinar, hacen que no avancemos como nos gustaría.

Pese a todo, algo está claro, no en todos los lugares abandonados hay fenómenos paranormales y el tema psicofónico se puede dar en cualquier lugar, pues la transcomunicación, por mucho que se quiera relacionar con los lugares, lo cierto es que en la mayoría de ocasiones los registros obtenidos no hacen ni guardan relación alguna con el lugar y cuando se le intenta relacionar, esta relación se sostiene con pinzas y de forma muy poco clara.

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Una de las teorías más aceptadas por los investigadores y experimentadores en parapsicología de campo es la que determinadas vivencias y sucesos especialmente trágicos o vividos con especial emotividad de alguna manera impregnan los lugares y perduran en ellos cuanto más cerrados estén, y por mucho que esta teoría se acepte, lo cierto es que es eso, algo “posible” pero no probado por el momento.

Precisamente el tema de los lugares abandonados y de esta teoría de impregnaciones o infestaciones es lo que nos lleva a mí compañera Micaela Pedrosa y a mí a realizar un experimento por diferentes enclaves abandonados al cual lo llamamos “La Llamada de los Espíritus”, y ya sé que este nombre resulta algo, podríamos denominar “morboso”, pero fue el que primero pasó por la mente y decidimos adoptarlo pese a que algunos no les guste. Nuestra intención, más que esperar a que de forma aleatoria se suceda el fenómeno, es el provocarlo mediante nuestra propia predisposición, mediante nuestra intencionalidad de conectar con algo más allá de nosotros mismos.

Entramos en el hostal

El reconocimiento previo y las fotografías son de rigor prácticamente obligado en cualquier trabajo de investigación. Encontramos una planta baja con chimenea, la recepción y varias habitaciones, una piscina en total abandono y cubierta por la maleza, varias plantas muy similares todas ellas, una estructura aún en buen estado, aunque una terraza con varios agujeros y muy peligrosa, sin barandas, son la fotografía en esencia de este hotel.

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El morbo y lo lúgubre se añadirán en función de lo que cada uno interprete o quiera interpretar, pues a pesar de que nuestra visita se realizó por la noche, el lugar no tiene más misterio que el de la oscuridad, aunque cualquier lugar análogo a este y unas buenas y preparadas fotografías pueden hacer de cualquier lugar en donde no haya sucedido nada trágico ni emotivo el más peculiar lugar con el misterio más comercial.

Desde hace tiempo, y a la par de lo que piensan algunos compañeros del misterio, estoy convencido de que la mente, sobre todo la de algunos sensitivos, es capaz de abrir la vía de conexión con otras realidades. De existir entidades, por llamarlas de alguna manera, o fantasmas, espíritus… estoy convencido de que estos habitan en cualquier lugar y seguramente en esa otra supuesta realidad el tiempo y la distancia no tienen las connotaciones de nuestras dimensiones, por lo tanto, existe la posibilidad de que determinadas presencias habiten en un lugar especial por algún motivo que los una o los ligue, pero otras tantas de estas presencias -insisto en que la denominación de “presencias” es por tan solo usar un nombre- habitan en cualquier lugar y pueden acudir ante la llamada de la mente de un sensitivo.

No creo demasiado en entidades maléficas, aunque estoy convencido de que esa «otra» u «otras» realidades no difieren demasiado de la nuestra en cuanto al bien y al mal, pero cada mente o cada persona o cada entidad está en su plano o dimensión, por lo tanto, y a pesar de la posibilidad de que se pueda establecer contacto o comunicación entre diferentes realidades, la interacción está limitada.

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Este agonizante hotel a medio construir también es lugar de sensaciones, pues invita a ello e incluso a la sugestión. No obstante, la falta de datos trágicos hacen que la persona que lo visita, a menos que ponga mucho empeño o crea en cosas “raras”, no se sugestione. En todo caso, el miedo podría ser provocado por la posibilidad de personas vivas y mal intencionadas que pudieran cobijarse en su interior -en las ocasiones en que he visitado con diferentes personas este lugar, nunca he encontrado a nadie en su interior-.

Después de visitar cada una de las plantas del hotel, situamos nuestro “centro de operaciones” en una de tantas habitaciones elegida por nuestra sensitiva por ser la que reunía las condiciones más optimas para la investigación en psicofonía, la más cerrada donde se pudiera colar el mínimo ruido del exterior, con puerta y persianas en buen estado. Nuestra intención: “Hacer una llamada”.

La llamada se realizaría con nuestra propia intencionalidad, y a pesar de que a algunos les pueda resultar un tanto extraño e incluso poco riguroso, estoy totalmente convencido de que en menor grado es lo que se hace cuando se espera durante una experiencia de captación psicofónica o de cualquier otra disciplina en parapsicología, esa intencionalidad que se manifiesta cada vez que se experimenta es lo que queríamos potenciar.

La experiencia no tarda en dar resultados, las condiciones de temperatura de la habitación y las corrientes de aire cambian a medida que se llama al fenómeno para que se manifieste en la manera en que le sea posible. Como dato destacable, decir que en una noche cruda de otoño había momentos en que incluso sentíamos calor combinado con unas bajadas bruscas de temperatura -se cree que para que determinados fenómenos se manifiesten necesitan energía, de ahí las bajadas de temperatura y cuando se manifiestan producen en ocasiones calor, pero insisto, esto forma parte de hipótesis-.

Nuestro campo auditivo y de visión es muy limitado, la frecuencia audible normal va de los 20hz a los 20 o 22Khz y nuestra visión solo capta un escueto rango de frecuencias de color, habiendo todo un mundo por encima del violeta y por debajo del rojo, por muchas veces el fenómeno solo se siente dando lugar a no poder probarlo y a lo subjetivo del resultado, pero no por ello irreal. En otras ocasiones, como en la que nos ocupa, fuimos testigos de cambios de temperatura de más de 10 grados justo en los lugares en donde la sensitiva decía percibir.

Sea lo que fuere lo que se manifestaba se desplazaba rápidamente y se posicionaba en diferentes lugares, las velas puestas como simple objeto para hacer luz llameaban de forma especial y cambiante al unísono con las diferentes sensaciones que se percibían.

Muchas veces estas manifestaciones, sean lo que sean, lo hacen en forma de luz -o al menos eso es lo que podemos percibir-, y en esta ocasión así sucedió. Al principio una luz con forma semiredondeada era sentida y percibida por la sensitiva, pero al poco pasaba a poder ser vista por los tres que conformábamos el equipo de investigación. Es cierto, para puntualizar, que el cerebro ve lo que quiere o cree ver, esto forma parte de la psicología humana, la capacidad de imaginar y de soñar son facultades que determinan al ser humano y no en pocas ocasiones personas sugestionadas han creído ver algo que en realidad no se manifestaba, sin embargo, la cosa cambia cuando aparecen en las cámaras fotográficas, en vídeo o en audio, pues los equipos electrónicos de registro no son sugestionables como la mente humana y si registran algo es por que ese algo se manifiesta según nuestra ley física y en nuestras dimensiones.

No pocos detractores de los fenómenos paranormales o aquellos que creen en que todo es fruto y provocado por la mente achacan los registros electrónicos a lo que genera nuestra mente, pero decir que las manifestaciones paranormales tienen como origen el reino de los muertos puede ser la misma barbaridad que decir que su procedencia es de la mente, pues a día de hoy y con los conocimientos sobre la actividad eléctrica y magnética del cerebro sabemos que nos son suficientes para interferir en un grabador o equipo dando resultados tan concretos como grabaciones inteligibles, pareidolias auditivas y otros fenómenos muy concretos.

El fenómeno mostraba una cierta inteligencia y, a pesar de la obtención de algunos registros psicofónicos, nuestra intención iba más allá: la de poder percibir y ser testigos de otros fenómenos, tal y como sucedió, aquella extraña luz apareció en alguna fotografía y, de alguna manera, parecía si no obedecer, si seguir unas pautas que indicaban lo anteriormente expuesto, una cierta inteligencia.

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El mostrar los resultados de este trabajo no es en sí lo que más importa, pues la base de este artículo es apoyar a todas aquellas personas que en silencio son capaces de percibir sensaciones y de ver una realidad diferente a la nuestra. Con la llegada e identificación de diferentes trastornos mentales, la identificación de determinadas enfermedades de esta índole han silenciado aun más a muchas personas por miedo a que se las considere como enfermos mentales, y ciertamente la función de un parapsicólogo no es la de la medicina, ni la psicología y mucho menos la psiquiatría, pero me surge una pregunta: ¿Cuantas de estas personas que dicen tener alucinaciones en realidad no forman parte de este colectivo de sensitivos? Diferenciarlos es complicado, no lo niego, pero tales experiencias como la expuesta en el hostal Atalaya, demuestran, en teoría, que es posible percatarse de todo un mundo que no está tan distante del nuestro, que coexiste con nuestra realidad y que diferentes “mundos” pueden coexistir como lo hacen diferentes emisoras de radio, ocupando una frecuencia diferente en un rango de frecuencias y que, bajo determinadas condiciones, es posible que se den interferencias o se creen armónicos (la misma emisión con menos intensidad en frecuencias próximas o diferentes).

Estoy convencido de la existencia de otros planos de realidad, algo de película de ciencia ficción hace unos años, pero una posible realidad que se estudia en el CERN con el acelerador de partículas y no por parapsicólogos, si no por científicos.

Temas que denominamos como paranormales, pero que más bien a mi manera de entender deberíamos llamarlos desconocidos, estoy convencido de que son del todo normales.

 

Publicado por el día 27/01/2016

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