Existen muchos lugares que por unos motivos u otros tienen un «algo” especial. El bosque de Orrius, apodado por muchos como “El bosque encantado” es de esos lugares especiales. Su misterio es agridulce en parte, en él nos podemos encontrar con diferentes tallas en piedra. Tan solo acercarnos al lugar, y antes de adentrarnos en su espesura boscosa, a mano derecha nos recibe un imponente elefante perfectamente esculpido en la roca. En él, una inscripción al parecer en latín parece ser la firma del autor, justo en frente una roca esculpida por las dos bandas nos muestra en su lado que mira hacia la carretera un moai como salido de la propia Isla de Pascua, por supuesto mucho más pequeño y diferente, pero aun así una buena réplica. En su lado contrario y en la misma roca, el rostro de un indio nos saluda, hoy en día maltrecho por las condiciones climáticas y el paso del tiempo. Estas y otras figuras nos esperan en este apasionante enclave…
Judit Tort, nuestra amiga expedicionaria versada en temas esotéricos
Se cuenta que en este “bosque encantado” los duendes habitan, pero como muy bien nos comenta Judit, los “duendes” habitan en todos los bosques, pero aun así este tiene “algo” muy especial
Adentrándonos por la espesura del bosque aborda nuestra mente leyendas sobre trasgos y duendes, algo que para muchos puede sonar a infantil, pero de lo cual no me parece apropiado el reírme, pues no son pocos los niños que aseguran haber jugado con algún ser invisible, lo que algunos padres denominan “el amigo invisible”, pero que tal vez, y digo solo tal vez… pueda ser algo real. Dicen que los duendes y gnomos, debido a la tala de los árboles y al imparable crecimiento de la ciudad, se han quedado sin cobijo, con lo que se han acostumbrado y adaptado a vivir en la ciudad, y dado que son seres traviesos, hacen de las suyas en los hogares en los cuales se instalan.
Muchas más sorpresas y enigmas nos depara este bosque, vestigios de nuestros ancestros en forma de pintadas rupestres (La pedra de les Orenetes), o un dolmen autentico de escasa altura, pero que sería de utilidad para nuestros antepasados los cuales a veces menospreciamos por no tener ordenadores o cámaras de vídeo, pero que desde luego, y sin duda alguna, eran mucho más inteligentes de lo que nos creemos. Ellos eran capaces de percibir esa energía de la Madre Tierra, ese poder de Gaia, y allí erigían sus monumentos mortuorios o de cualquier otra índole, tal vez conociesen formas de aprovecharse de una energía que para muchos no es más que un invento.
Piedras enormes y planas parecen evidenciar altares de prácticas rituales y mágicas, cruces talladas en otra piedra como representación de cada una de las muertes llevadas a cabo por un famoso bandolero catalán, la prehistoria, la historia y la leyenda se dan cita en este bosque mágico.
Durante nuestra visita, Vador Tevafilms realizó una serie de entrevistas sobre nuestras experiencias y sensaciones
La “Roca foredada” es inquietante, claramente realizada de forma artificial, en donde se pueden introducir varias personas y en donde, y precisamente comentando acerca del tema de los seres elementales, una voz psicofónica nos decía: “Yo Sigo Hablando…” con todas las características de la voz paranormal.
Pero en esta ocasión quisimos realizar una serie de prácticas que, aun siendo improvisadas, los resultados cuanto menos pueden calificarse como “curiosos”.
Como apuntaba al inicio de este artículo, tal vez este lugar tan especial nos pueda ayudar de alguna manera en experiencias de tipo mental. Por otra parte, comentar que seguramente para muchos estas experiencias incluso serán criticables, pero si la parapsicología se basa en gran manera en los “supuestos” poderes la mente y esto muy probablemente determinados impulsos de la naturaleza puedan ayudar en experiencias en las cuales, el centro principal es nuestra mente.
A modo de anécdota, aunque para mí es algo más, comentar que precisamente hablando durante nuestro paseo por el bosque de las energías llamadas “duendes” o “gnomos”, nuestro fiel acompañante “Danki” un perro pequeño Yorkshire, parecía perseguir “algo” subiendo de forma muy rápida por los lados del camino, adentrándose en la maleza y curioseando por entre los árboles, jugando o persiguiendo a algo, un comportamiento inusual el cual su misma dueña nos comentaba. Además nuestro fiel compañero que nos ha acompañado en tantas salidas jamás se ha comportado de esta manera, y es que según se cree, determinados animales son capaces de ver más allá de nuestra frecuencia de luz, son más sensitivos y capaces de ver y percibir energías imperceptibles a los sentidos comunes del ser humano.
Nuestra experiencia sería realizada en torno a la figura del Moai. Nuestra expedición, compuesta por Minerva Casales, expedicionaria, Judit Tort, persona versada en temas esotéricos, quien también tiene experiencia en el trato con energías, Cesar, acompañante de Minerva, quien a pesar de no estar introducido en “estos temas” siempre es de buena ayuda la experiencia de quien no puede estar sugestionado en manera alguna por creencias esotéricas o paranormales, el equipo de grabación compuesto por Alex, técnico en vídeo, Vador y Teresa, de la productora audiovisual TevaFilms y un servidor, Fran Recio, encargado de guiar esta experiencia, que aun siendo subjetiva para muchos, cualquier cosa que a día de hoy nos haga pensar es positiva.
Pasamos a comenzar la experiencia. Primeramente realizamos una serie de intentos psicofónicos en el mismo lugar y a pesar de que en otras visitas “esas voces se han dignado ha hablarnos”, en esta ocasión parecían mudas. No obstante siempre es bueno una segunda audición de la grabación y análisis, no obstante, con estos intentos la “puerta” se abre con nuestra intencionalidad.
La experiencia se conoce como “Arqueología psíquica” y pretende, mediante nuestra psique, obtener información. Nuestra roca elegida fue el Moai y para ello la experiencia comienza con una relajación inducida por mí, la cual pretende mermar la mente consciente para que aflore nuestra mente inconsciente, que es la conexión con lo trascendental. Las manos de los participantes puestas en total contacto con la roca esculpida, mientras los ojos electrónicos de las cámaras de vídeo registraban cuanto acontecía. Pasados unos instantes de relajación, todo hay que decir que se debería haber hecho más profunda, comenzamos a “sentir” la roca y, aunque esto suene a absurdo, es una experiencia sensacional el conectar con los elementos de la naturaleza (Nuestros antepasados druidas aprovechaban las energías de los árboles y de todos los elementos de la naturaleza para la carga o descarga de energías).
Los participantes en la experiencia comenzaban a sentir la roca, sensaciones no reconocidas por la base de información de nuestro cerebro, pero sensaciones “interesantes” en cualquier medida para no alterar el resultado por una experiencia excesivamente larga. Nuestra conexión fue directa, queríamos obtener, viajar al momento de la talla de esta piedra, obtener información acerca de quien o cuando se realizó esta belleza.
Decir que todos los participantes se sumieron en la experiencia y con los ojos cerrados abrieron el ojo de la intuición, de nuestra psique más profunda. Una vez concluida la experiencia, y ya con los ojos abiertos, recordamos lo visto o sentido en nuestras mentes. Como era de esperar se dieron fechas de posible talla de la piedra dispares, desde 400 años de antigüedad a apenas 75. Sin embargo esta experiencia tenía algo de “trampa”, ya que al ser una talla pequeña y de difícil acceso, alguna mano de algún participante estaba más cerca de la figura del Indio que de la del Moai. Una vez puestos a analizar los resultados, al menos algo parecía ser evidente, no ambas tallas en la piedra están hechas en la misma época, esto es evidente fijándonos en la erosión de la hendiduras en la piedra, la figura del indio parece más antigua que la del Moai, pero probablemente la más reciente sea la del elefante, ya que sus tallas presentan mucha menos erosión, Alguno de los participantes parecía haberse trasladado justo al momento en que el “artista” modelaba la roca. En realidad pocos datos y poco fiables obtuvimos de esta experiencia, pero es normal, la primera vez que conducimos un automóvil también nos es costoso aun cuando hayamos superado todas las pruebas de conducción, la presente experiencia tiene como principal fin el educar nuestra mente a las sensaciones. Si en realidad nuestro cerebro, ese gran desconocido, y tal y como aseguran la mayoría de las personas vinculadas a la parapsicología, tiene facultades desconocidas, seguramente seamos capaces de muchas más cosas de las que pensamos.
La experiencia y el contacto con la naturaleza, expandirán nuestra mente.
Experiencia de Arqueología Psíquica
Cualquier experiencia relacionada con estos temas son “puertas” que se abren, en ocasiones energías que intentan manifestarse, y para ello necesitan aportes energéticos. Es común que en lugares en donde presumiblemente se suceden fenómenos paranormales la descarga de baterías es un hecho común, esto lo vivimos en primera persona durante nuestras experiencias piscofónicas y de arqueología psíquica, las pilas completamente nuevas del flash se agotaron de forma repentina y una de las baterías del equipo de grabación de vídeo se «murió” en escasos momentos, lo cual nos comentaba Vador, responsable de TevaFilms, que era algo que podía ser “normal”, pero que la incógnita quedaba en el aire.
De nuestra expedición me quedaría con dos cosas, con las extrañas percepciones de nuestro acompañante animal y las sabias palabras de Judit, cuando al ser entrevistada en el lugar por Teresa Porqueras, nos comentaba:
“Yo creo que los duendes están en todos los bosques, no solo en este…”.
Sabias palabras e interesante reflexión, aunque este bosque tiene un “algo” especial, unas sensaciones te invaden al recorrerlo. “Algo parece habitar en este mágico bosque”.
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Buen reportaje fran grande