De la locura a la enfermedad mental. Del estigma social a la integración del paciente. El hospital psiquiátrico de Toén, cerrado desde el 16 de enero de 2012, ha sido testigo mudo de multitud de reformas políticas, culturales, sociales y sanitarias. Actualmente se encuentra en estado de ruina, a su suerte, esperando que alguna administración pública decida hacer algo con el que fue uno de los mayores complejos psiquiátricos del país. Hoy, frecuentado por multitud de grupos de investigación paranormal y de exploración urbana, está olvidado y a su suerte. Viajamos hasta allí para mostrarte su estado actual, rescatando un pedazo de historia de la medicina. Y tú, ¿Te atreverías a entrar?
Abrió sus puertas en 1959, en el inicio del desarrollismo franquista, como un centro pionero en la asistencia psiquiátrica dirigido por Cabaleiro Goás, figura fundamental de la psiquiatría en Galicia. Se clausuró a causa del deterioro de sus instalaciones, por otro lado, inadecuadas para la asistencia sanitaria actual.
Toén fue psiquiátrico, pero pudo ser leprosería u hospital para el tratamiento de la tuberculosis. Se construyó en un formidable espacio natural, un monte comunal próximo a la localidad de Moreiras. Era un lugar propicio para aislar las enfermedades que provocaban miedo en la sociedad.
En el centro sólo había hombres. Las mujeres eran trasladadas al hospital de Conxo o al de Arévalo (Ávila). No ingresaron en Toén hasta 1982. “Cabaleiro Goás intentó habilitar un pabellón para mujeres”, explica David Simón Lorda, psiquiatra y doctor en Medicina por la Universidad de Santiago. “No lo consiguió, seguramente, por falta de apoyo económico y porque la administración central del franquismo era terriblemente lenta”.
Mientras, el psiquiátrico mejoró la actividad económica de la zona rural. Aumentó el número de clientes en los bares y tabernas, las ventas de provisiones para las comidas de los enfermos y, por supuesto, el número de empleos. “Por momentos, funcionaba como una ciudad paralela por los servicios que generaba”, concluye María Ángeles Araújo, presidenta de la asociación de enfermos Morea.
Contra el estigma social, Goás puso en marcha elementos humanizadores como la Fiesta del Enfermo. Esta celebración estaba llena de actividades. Acudieron agrupaciones musicales como la charanga ‘O cuco de Velle’ o el orfeón ‘Unión Ourensana’. Se celebraron partidos de fútbol entre el Club Deportivo Ourense y el Atlético Ourense e, incluso, representaciones teatrales. Era tradicional que los familiares de los internos estuvieran en los actos.
El último proyecto del director del hospital en este sentido fue el Centro Social de Toén, inaugurado en 1976 por Manuel Fraga. Incluía una biblioteca, una sala de conferencias y otra de exposiciones para los trabajos de los enfermos. E incluso tenía una discoteca. Nunca llegó a realizarse por completo.
Tuvo más éxito la granja de cerdos puesta en marcha por el administrador del hospital. Llegó a contar con 300 animales y algunos médicos del hospital, que residían en la ciudad, cebaban “su” cerdo en Toén.
Resistencia anti-franquista en Toén
“Pasó alguna vez -prosigue Lorda-. Hubo gente de la resistencia que estuvo allí hasta que pudieron sacarlos del país. Entonces había muchas personas jóvenes vinculadas a movimientos anti-franquistas en el mundo de la psiquiatría”, añade.
La anécdota más conocida es la de Santiago Lamas, militante del Partido Comunista Gallego. Junto al hijo de Cabaleiro, Fernando, ocultó unos panfletos de la UPG en un monte próximo al centro. Los encontró una monja que residía en el hospital y se los entregó a Cabaleiro Goás. Éste los mandó quemar y dijo a la monja que era “cosa de contrabandistas”.
Se desconoce todavía la futura función de las instalaciones de Toén tras el traslado de los 55 pacientes que albergaba al Hospital de Piñor.
Aunque el cierre de Toén no suponga el fin de una reforma, ni siquiera un cambio excesivo en el modelo de asistencia, para los familiares deja atrás el estigma asociado al aislamiento y a los muros de Toén: “Aparte de la mejora de las instalaciones, no es un gran cambio. Puede que, simbólicamente, para muchas personas sea importante porque, por historia, asocian Toén al manicomio”, concluye David Simón.
Se clausuró en el 2012 pasado a causa del deterioro de sus instalaciones, por otro lado, inadecuadas para la asistencia sanitaria actual.
Para la medicina, el cierre de Toén representa una mejora en las condiciones de habitabilidad de los pacientes, aunque el cambio asistencial se produjo hace décadas. Para las asociaciones de familiares, en cambio, es un paso más hacia el fin del estigma social vinculado a la locura. “Simbólicamente, es el fin de toda una era».
Por historia, «era un espacio vinculado a una concepción realmente antigua en el tratamiento de las personas con enfermedad mental”.
No faltaron tampoco opositores al traslado de los pacientes al Hospital de Piñor entre los vecinos de Toén. No en vano, durante el franquismo, el centro fue un agente económico fundamental para el municipio.
Vídeo del lugar grabado por Mundo Parapsicológico en el año 2016
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